En nuestra era, en el llamado “imperio de la imagen” y con la incesante estimulación informativa, es difícil que una serie de imágenes logren sobresaltarnos (ya lo hemos visto casi todo y hemos desarrollado una especie de an-estesia o blindaje sensorial). Y, cuando las imágenes logran impactarnos, suele ser porque explotan una veta sensacionalista, efectista, violenta, pornográfica o repulsiva (una política del exceso), forzando una reacción nauseabunda; difícilmente es la vitalidad de la belleza la que nos muestra un nuevo y radiante orden de realidad y nos conmueve como una fuerza telúrica que desplaza el centro de percepción estética de la mente hacia el cuerpo, de lo analítico a lo holístico. Pero esto fue lo que encontré en el excitante documental interactivo Comme des Bêtes, una obra de una energía portentosa que explora la relación creativa entre hombres y animales y nuestra capacidad de comprensión mutua.
Breve clip del documental ¿Dónde te gusta que te toquen los animales?
Dirigido por Judith Sibony, Comme des Bêtes desafía cualquier género tanto por su forma como por su contenido pero, como señala Sibony, no busca transgredir o shockear. Si nos shockea y perturba es porque cimbra abritrarios paradigmas sobre nuestras relaciones con la vida; lo logra en un sentido estético porque nos permite percibir la belleza de una dimensión erótica vedada –una biodiversidad erótica: la sensualidad de cuerpos que no habíamos imaginado en nuestras fantasías. Sibony reconoce la sugestión erótica de colocar cuerpo a cuerpo a bailarines con aves y caballos en íntimo escarceo, pero explica que su motivación no es provocar una reacción de escándalo o de fascinación, sino más bien enfrentarnos con la alteridad radical de los animales y crear un puente lingüístico (la danza, el olfato, los sonidos guturales) para dialogar y jugar y tal vez crear juntos. Construye entonces un teatro imitativo, un espejo dinámico, para explorar las posibilidades de la comunicación entre humanos y animales; es una puesta en escena hipersofisticada que sin embargo es también arcaica, primitiva y regresiva –porque la más fina relación es también la más bestial. La verdadera zoofilia, el espíritu zoético, más que el sexo violatorio entre hombres y animales, es el delicado erotismo, la filiación entre nuestra especie y otras especies que son invitadas a la danza, a la sensualidad (la riqueza de percibir y compartir el mundo en toda su abundancia) y que por momentos son nuestras aliadas o nuestras compañeras, bajo la armonía múltiple de la vida.
Como las bestias, y es que el pensamiento mítico nos dice que aprendimos la danza observando los cortejos animales. El dios Pan, el hombre-cabra, la figura que conecta el mundo animal del instinto –y de nuestra naturaleza base– con el mundo divino de la inteligencia, era conocido por ser un gran bailarín (rapto danzante que incluía a las ninfas). No es insignificante que la imagen de Pan se haya mezclado con la del Diablo cristiano y que la naturaleza haya sido declarada como inerte (o exánime) y maligna. Así algunas pueblos bíblicos se horrorizan con la danza, la consideran obscena; nos incomoda presenciar la expresión incontrolable de la energía de la naturaleza –el caballo desbocado que el auriga de la mente no restringe– y creemos ver en ello, en esa posesión del cuerpo por la música o por la cualidad del ambiente, un signo diabólico. Ante esto James Hillman nos exhorta a ver que: “Pan no es quien está loco y debe de ser curado sino la sociedad que ha olvidado cómo danzar con él”. Pan, que es ese estadio liminal entre el hombre y el animal –lo animal, que, como reconoció Rilke, a veces está más cerca de lo divino que lo racional.
Esa es la pregunta fundamental –filosófica y práctica– que se hace el documental: ¿podemos bailar con los animales, podemos levantar la música de la Tierra y girar con ella? ¿Podemos vernos reflejados en sus ojos, también encendidos por el ánima? Coqueteos unánimes, de fusión y empatía con la llama única que incendia el ecosistema; un ballet de cuerpos salvajes y neuronas espejo.
¿Cómo nace la coreografía de Comme des Bêtes? Inspiración mutua, dinámica, silencio. El estudio de los bailarines de sus parejas animales: intuiciones de la proxemia, interpretaciones momentáneas, recreo imitativo. La pieza es también una reflexión sobre el aprendizaje más prístino. El origen de la danza, el origen del canto y la fuente remota de nuestra tecnología.
En esta intimidad lúdica que extiende el ser, que amplifica la polis animal y el circuito de otredad, reconocemos que la tajante división entre natura y cultura que nos han enseñado a creer es una ilusión. Nuestra cultura es también resultado de nuestra interacción animal. La cultura debe incluir a los animales que nos han enseñado a bailar, que nos han mostrado los colores y formas del erotismo en sus ritos de apareamiento, que han sido nuestros guías para internarnos en el universo vegetal. La cultura se nutre de natura. El Centauro, el hombre-caballo es el padre secreto de la ciencia.
Momentos de erotismo sublime con el eterno cisne de la poesía en el agua. Podemos cambiar POV del cisne negro en el agua al POV de la bailarina en el agua, viendo el cuello nervioso a centímetros, oliendo el sudor en sus plumas agitadas. Los cuerpos entreverados, el torso grácil, las piernas fuertes, los brazos altivos. Buscan una comunicación con el cuerpo, entre imitación y seducción, una comunicación que nos remonta al principio del tiempo. No podemos dejar de pensar en Leda y el Cisne, momento fundacional, celeste violación que engendró la gran belleza de Helena (esa nube) y la guerra de Troya . En palabras de Yeats:
A sudden blow: the great wings beating still
Above the staggering girl, her thighs caressed
By the dark webs, her nape caught in his bill,
He holds her helpless breast upon his breast.
Hay que mencionar que Comme des Betes no sólo nos seduce con las imágenes de este experimento de danza interespecie, también nos coloca en una zona de vulnerabilidad ecológica transpersonal (los animales son también personas que toma el Ánima). Los clips son seguidos por encuestas y provocadoras preguntas que nos hacen colocarnos en el lugar de los animales –¿cómo nos perciben, qué les produce nuestro olor?– y reflexionar sobre lo que sentimos cuando vemos estas imágenes. Imágenes como el nacimiento de una grulla visto desde dentro del huevo, en la oscuridad roja el momento en el que el cascarón se quiebra y luego los primeros pasos de estas aves tempranamente estimuladas con música. El documental interactivo logra transferir esta sensación de nacer juntos, que es lo que significa la naturaleza.
Vive la experiencia de Comme des Bêtes
Twitter del autor: @alepholo
Hat tip: @ninyagaiden